EXPERIENCIA CUBANA EN INMUNIZACION. 

April 6, 2023by CHMT Research0

El Programa de Inmunización de Cuba se creó en 1962 como resultado de las transformaciones políticas, económicas y sociales iniciadas en 1959, cuando las enfermedades transmisibles —entre ellas las prevenibles por vacunas— eran la principal causa de morbilidad y mortalidad en la población infantil. Su organización y ejecución ininterrumpida han permitido que seis enfermedades, dos formas clínicas graves y dos complicaciones graves estén eliminadas, y las restantes mantengan tasas de incidencia y mortalidad que no constituyen un problema de salud. Anualmente, en Cuba se administran, en promedio, 4 800 000 dosis de vacunas simples o combinadas que protegen contra 13 enfermedades, incluida una pentavalente cuyos cinco componentes se producen en el país. 

 

La vacunación ha producido una drástica reducción de la morbilidad y la mortalidad por enfermedades trasmisibles. Es la acción de prevención en salud con mejor balance costo-beneficio, sólo superada por el saneamiento del agua. 

La historia de la medicina en Cuba hizo referencia a la vacunación contra la viruela antes que en la metrópoli y otras colonias (1802). En 1795, el Dr. Tomás Romay, pionero en la inmunización antivariólica, escribió un informe sobre la inocuidad y la eficacia del procedimiento en el Papel Periódico de La Habana. En 1887, se inauguró en esta ciudad el primer servicio en América Latina de vacunación antirrábica, y en 1901 se estableció la vacunación obligatoria contra la viruela, entre otras intervenciones profilácticas lideradas por médicos cubanos. 

La vacunación se organizó como un sistema perteneciente al ámbito de la salud pública después de 1960, como resultado de los cambios políticos, económicos y sociales que sucedieron en el país, en
un momento en que las condiciones de salud por enfermedades trasmisibles eran deficientes. A partir de ese año, la salud pública cubana tuvo entre sus metas reducir la morbilidad y mortalidad por EPV (Enfermedades prevenibles por vacunas) y mejorar así los indicadores de salud de la población. Para lograrlo, se fortalecieron la formación de recursos humanos, los sistemas de registro, los de estadísticas y la planificación en salud, así como la cobertura de servicios médicos, creando, entre otros, el servicio médico rural. 

El Programa Nacional de Inmunización se inició en Cuba en 1962. En 1961, la incidencia de poliomielitis era 4,9 x 100 000 habitantes. Al cambiar la concepción de la medicina hacia un
enfoque preventivo y social, se organizó la primera Campaña Nacional de Inmunización contra esa enfermedad, en la cual se vacunó a todos los niños desde el nacimiento hasta los 14 años. 

También se organizaron campañas para la Difteria-Pertusis-Tétanos (DPT), Difteria-Tétanos (DT) y Toxoide Tetánico (TT), que posteriormente se incorporaron al ENI (Esquema Nacional de Inmunización). La incorporación sucesiva de vacunas en campañas, en el ENI o con ambas estrategias, se produjo en los primeros 26 años después de 1959, y a todo ello se sumaron paulatinamente nuevas formulaciones y las vacunas más antiguas se combinaron en presentaciones tetra o pentavalentes. Como resultado de estas intervenciones, las tasas de incidencia y mortalidad por difteria disminuyeron de 20,8 y 1,1 x 100 mil habitantes, respectivamente, en 1962, a 0,9 y
0,0 en 1970 y ambas llegaron a cero en 1979. 

La vacunación contra la Tosferina y el Tétanos en formulaciones independientes o combinadas se introdujo tempranamente y en 1962 redujo la incidencia de estas enfermedades. Más tarde se inició la vacunación con la vacuna triple viral “parotiditis, rubéola, sarampión” (PRS), lo que disminuyó notablemente la incidencia de estas enfermedades en un periodo de entre 9  y 11 años. 

Ante el incremento en las tasas de incidencia y mortalidad de la meningitis por meningococo, se obtuvo y concedió la licencia a la vacuna nacional contra los serotipos B y C de Neisseria meningitidis. En una campaña masiva se vacunó a la población de 3 meses a 24 años de edad y en 1991 se incorporó al ENI. Con esta intervención se controló la epidemia. Para mejorar y ampliar el programa de inmunización, se introdujo la vacuna contra Haemophilus influenzae tipo b (Hib). 

Cuba ha producido alrededor de 15 vacunas desde el año 1980 contra diversos padecimientos: 

  • Vacuna antitetántica vax-TET de protección activa contra el tétanos en todas las edades, creada por el Instituto Finlay en 1980. 
  • VA-MENGOC-BC, vacuna contra el meningococo B y C, para el cual no existía ninguna otra disponible, creada por el Instituto Finlay en 1989. 
  • Vacuna recombinante contra la hepatitis B HEBERBIOVAC HB, producida por el Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología (CIGB) en 1990. 
  • Vax-SPIRAL, vacuna contra la leptospirosis creada por el Instituto Finlay en 1998. 
  • Vacuna antitifoídica de polisacárido Vi vax-TyVi, desarrollada por el Instituto Finlay y destinada a la protección activa contra la fiebre tifoidea en niños a partir de 2 años de edad y adultos en riesgo de contraer la enfermedad. Se introdujo en el Programa Nacional de Inmunización en 2002. 
  • Quimi-Hib, vacuna conjugada contra el Haemophilus influenzae tipo B sobre un antígeno totalmente sintético, indicada para la inmunización activa contra las enfermedades invasivas causadas por el Haemophilus influenzae tipo B, para niños desde los 2 meses hasta los 5 años de edad. Se inscribe en el registro sanitario en 2003. 
  • Vacuna antidiftérica-antitetánica VA-DIFTET, fabricada por el Instituto Finlay y el Centro de Investigación-Producción de Vacunas y Sueros.  Registrada en 2004, está indicada para la protección activa contra difteria y tétanos en niños entre 5 y 6 años de edad. 
  • Vacuna Antidiftérica-Antitetánica-Antipertussis DTP-vax, indicada para la protección activa contra difteria, tétanos y tos ferina en niños entre 2 y 18 meses de nacidos, creada por el Instituto Finlay y registrada en 2004. 
  • Vacuna Antidiftérica-Antitetánica para adultos (dT) difTe-vax, indicada para la protección activa contra difteria y tétanos en adultos y producida por el Instituto Finlay. 
  • Vacuna CIMAVAX-EGF, inscrita en el CECMED en 2008 y fabricada por el Centro de Inmunología Molecular (CIM) para el tratamiento de pacientes con cáncer de pulmón de células no pequeñas en estadios avanzados. 
  • Vacuna pentavalente Heberpenta, que protege contra difteria, tétanos, tos ferina, hepatitis B e infección por Haemophilus influenzae tipo B. Fue creada por el CIGB, registrada en 2010, y se aplica en niños a partir de las 6 semanas de edad. Constituyó la segunda vacuna de ese tipo registrada a nivel mundial. 
  • Vacuna antimeningítica vax-MEN-AC, específica para los serotipos A y C, fabricada por el Instituto Finlay y envasada en Brasil. 
  • Vacuna VAXIRA para el tratamiento del cáncer de pulmón de células no pequeñas en estadio avanzado, fabricada por el CIM y registrada en 2013. 
  • Vacuna Polisacarídica Antimeningocócica A, C y W135 vax-MEN-ACW135, producida por el Instituto Finlay de Vacunas y registrada en 2013. Está indicada en niños y adultos a partir de los 2 años de edad, para la inmunización activa frente a la enfermedad meningocócica causada por meningococos de los serogrupos A, C o W135. 
  • HeberNasvac, vacuna recombinante terapéutica contra la infección por el virus de la hepatitis B, creada por el CIGB e inscrita en 2013. Está indicada para la inmunoterapia activa contra la infección crónica por el virus de la hepatitis B y para la prevención de sus consecuencias potenciales, como cirrosis hepática, insuficiencia hepática crónica y hepatocarcinoma primario. 

Cuba es el país de América con más alto porcentaje de vacunación contra el Covid-19 y con mayor velocidad de inoculación diaria en el mundo. Cuba tiene gran experiencia en la invención y producción de vacunas y otros fármacos y está a la cabeza del mundo en campañas de inoculación masiva. De modo que no sorprende que resultaran tan seguros y efectivos sus inmunógenos anti-Covid y que ya se esté experimentando una considerable disminución en el número de casos y fallecimientos. 

Los beneficios de la organización de programa cubano de inmunización, mediante la vacunación sistemática y mantenida en el tiempo, han ejercido una influencia importante en la salud pública. El funcionamiento del PAI (Programa Nacional de Inmunización)  en Cuba permitió reducir drásticamente la incidencia y la mortalidad por EPV en pocos años y tuvo un intenso efecto en enfermedades que han sido eliminadas o que dejaron de ser problemas de salud en el país. 

Cuba se ha convertido en uno de los países que mejores indicadores exhiben en cobertura y protección en materia de vacunación. 

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