La Retinitis Pigmentosa se refiere a una serie de enfermedades oculares hereditarias (incluyendo la distrofia de conos y bastones, el síndrome de Usher, la amaurosis de Leber y la enfermedad de Batten) que causan degeneración retiniana, lo que lleva a una lenta pérdida progresiva de la visión. Esta condición se debe a daños en los fotorreceptores de bastones y conos. Los bastones son las células de la retina responsables de la visión periférica y nocturna, y funcionan mejor con luz tenue, mientras que los conos son las células responsables de la visión y sensibilidad al color, trabajando mejor con luz brillante. En la RP, generalmente los fotorreceptores de bastones son los primeros en desintegrarse, lo que provoca la pérdida de la visión nocturna como primer síntoma. El deterioro de los bastones conlleva un deterioro en los conos. En raras ocasiones, los conos son los primeros en verse afectados, lo que provoca una interrupción en la visión central y la percepción del color. Con el tiempo, el daño a las células de los conos causa daño a las células de los bastones, lo que lleva a la visión en túnel y la pérdida de la visión nocturna.
La RP afecta a aproximadamente 1 de cada 3500 personas y hasta al 6% de las personas sordas. La teoría más prevalente atribuye el desarrollo de la Retinitis Pigmentosa a factores genéticos (aunque puede saltarse una o más generaciones antes de manifestarse). Los síntomas suelen aparecer en la infancia, con una pérdida de visión grave que normalmente ocurre en la adultez temprana y progresa a lo largo de la vida.
Cuba ofrece programas oculares especializados de Retinitis Pigmentosa (RP) que incluyen un examen médico oftalmológico: biomicroscopía, tonometría, fondo de ojo, agudeza visual, refracción, estudios electrofisiológicos, campimetría, y tomografía de coherencia óptica.
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