La artritis es un término general que se refiere a un grupo de más de 100 afecciones, todas las cuales involucran principalmente la inflamación de las articulaciones, lo que provoca dolor articular, rigidez, hinchazón y reducción de la movilidad. La artritis es una de las causas más comunes de dolor crónico y discapacidad, y aunque es más frecuente en adultos mayores, puede afectar a todos los grupos de edad.
La artritis puede afectar cualquier articulación, pero es más común en:
Aunque la artritis es principalmente conocida por su impacto en las articulaciones, también puede tener efectos sistémicos según el tipo. Por ejemplo, la artritis reumatoide, una forma autoinmune de la enfermedad, puede afectar otros órganos como el corazón, los pulmones y los ojos. De manera similar, afecciones como el lupus y la espondilitis anquilosante pueden implicar inflamación más allá de las articulaciones, afectando la piel, la columna vertebral y el sistema cardiovascular. La diversidad en sus causas y manifestaciones hace que la artritis sea una condición compleja, que requiere una comprensión y un enfoque integrales para un manejo eficaz.
Existen más de 100 tipos diferentes de artritis, cada uno con variaciones únicas en su desarrollo, causas, articulaciones afectadas, síntomas, características distintivas e impacto general en la salud de una persona. Los tipos más comunes incluyen:
Osteoartritis (OA):
La osteoartritis, también conocida como enfermedad articular degenerativa, es la forma más común de artritis que ocurre cuando el cartílago que amortigua los extremos de los huesos en las articulaciones se deteriora gradualmente. A medida que el cartílago se desgasta, los huesos pueden rozarse entre sí, lo que provoca dolor, hinchazón y una reducción del movimiento articular.
Artritis reumatoide (AR):
La AR es la forma más común de artritis autoinmune en la que el sistema inmunológico del cuerpo ataca erróneamente el revestimiento de las membranas que rodean las articulaciones, causando inflamación, daño articular, dolor e hinchazón.
Gota:
La gota es la forma más común de artritis inflamatoria que ocurre cuando los cristales de urato se acumulan en la articulación, causando inflamación y dolor intenso. Los cristales de urato son pequeños depósitos que se forman en las articulaciones y tejidos cuando hay un exceso de ácido úrico en la sangre. Los síntomas de la gota incluyen dolor repentino y severo en una articulación, a menudo el dedo gordo del pie, enrojecimiento, calor e hinchazón en la articulación afectada.
Artritis psoriásica:
La artritis psoriásica ocurre en algunas personas que tienen psoriasis, un trastorno de la piel caracterizado por parches rojos y escamosos. Este tipo de artritis causa dolor, hinchazón y rigidez en las articulaciones, a menudo afectando los dedos, los pies y la parte baja de la espalda, y también puede provocar cambios en las uñas, como hoyuelos o separación de la base de la uña.
Ciertos tipos de artritis son menos comunes que otros. Estos incluyen:
Espondilitis anquilosante (EA):
La espondilitis anquilosante es un tipo de artritis inflamatoria crónica que afecta principalmente la columna vertebral y las articulaciones sacroilíacas, lo que provoca dolor y rigidez. Con el tiempo, la inflamación puede hacer que algunas vértebras se fusionen, lo que resulta en una pérdida de flexibilidad y, potencialmente, en una postura encorvada. La EA también puede afectar otras articulaciones y órganos, incluidos los ojos, el corazón y los pulmones.
Reumatismo palindrómico (RP):
El reumatismo palindrómico es una forma rara y episódica de artritis inflamatoria caracterizada por ataques repentinos y recurrentes de dolor e hinchazón articular, que afectan típicamente una o varias articulaciones a la vez en las manos, muñecas, rodillas y tobillos. Estos episodios pueden durar desde horas hasta días y luego resolverse por completo, sin dejar daños permanentes ni síntomas duraderos entre los ataques.
Artritis reactiva:
La artritis reactiva es un tipo de artritis inflamatoria que se desarrolla en respuesta a una infección bacteriana en otra parte del cuerpo, más comúnmente en el tracto gastrointestinal o genitourinario, o como resultado de una infección de transmisión sexual. Generalmente causa dolor, hinchazón y rigidez en las articulaciones, particularmente en las rodillas, tobillos y pies, y también puede afectar los ojos, la piel y el sistema urinario. Aunque los síntomas de la artritis reactiva pueden ser graves, a menudo se resuelven en unos pocos meses, aunque algunas personas pueden experimentar síntomas recurrentes o crónicos.
El diagnóstico de la artritis implica una combinación de evaluación clínica, pruebas de laboratorio y estudios de imagen para determinar con precisión el tipo de artritis y su gravedad. En Cuba, este proceso generalmente comienza con una historia clínica detallada, en la que se recopila información sobre síntomas como dolor en las articulaciones, rigidez, hinchazón y la duración y el patrón de estos síntomas.
Una revisión de la historia clínica típicamente incluye:
El examen físico proporciona una evaluación directa de la sensibilidad, hinchazón, rango de movimiento y signos de inflamación en las articulaciones, lo que ayuda a identificar el tipo y la gravedad de la afección.
Las pruebas de laboratorio proporcionan información que no se puede obtener solo a través del examen físico. Estas pruebas ayudan a detectar marcadores de inflamación y autoinmunes. Las pruebas de laboratorio también ayudan a descartar otras afecciones que imitan los síntomas de la artritis, lo que garantiza un diagnóstico preciso.
Los estudios de imagen proporcionan información visual detallada sobre la estructura y el estado de las articulaciones, huesos y tejidos circundantes que no pueden evaluarse completamente mediante el examen físico o las pruebas de laboratorio, para identificar el tipo específico de artritis, evaluar el alcance del daño articular y guiar las decisiones de tratamiento.
El diagnóstico y la clasificación implican la identificación del tipo específico de artritis y su categorización según criterios establecidos.
Según el tipo y la gravedad específicos de la artritis, así como la salud general, el estilo de vida y cualquier afección médica coexistente del paciente, se desarrolla un plan de manejo individualizado cuidadosamente para abordar las necesidades y desafíos únicos asociados con su afección. Este plan generalmente incluye una combinación de medicamentos, fisioterapia, modificaciones en el estilo de vida y posiblemente intervenciones quirúrgicas, todo adaptado para optimizar el control de los síntomas, mejorar la función articular y mejorar la calidad de vida general del paciente.